martes, 29 de noviembre de 2011

LA NO-VIOLENCIA Y LAS MOVILIZACIONES SOCIALES


La metodología de la No-violencia no necesita presentación. La historia guarda en sus registros innumerables muestras de movilizaciones No-violentas que terminaron en cambios verdaderamente revolucionarios, impensados para la época en que ocurrieron, resultado de la organización social tras causas nobles, por lo general, relacionadas con la defensa de los Derechos Humanos.
Es cierto que la mayoría de los ejemplos de movilizaciones sociales No-violentas exitosas, ocurren en momentos históricos marcados por el desgaste y agotamiento de ideologías y modelos que facilitaron la irrupción de movilizaciones incontrolables. Sin embargo en todos los ejemplos vemos un fenómeno inusual de concomitancia, de resonancia social y síquica, que sin gran orden se orienta en una misma dirección. Profundizando un poco en estos fenómenos sociales, vemos que casos como la independencia de la India, la abolición del Apartheid en Sudáfrica y las conquistas sociales del pueblo negro en Estados Unidos, o muchos otros casos, se les podría describir como grandes movilizaciones morales, que a la vez de expresarse como reivindicaciones sociales se manifiestan como inspiraciones de grandes conjuntos humanos, en busca de recobrar la intención humana perdida, subyugada cada cierto tiempo por la deshumanización de una época. Hombres como Gandhi, Luther King y últimamente Mario Rodríguez Cobo (Silo), cada uno en su época, se puso a la cabeza de ideologías No-violentas, y en algunos casos, terminaron liderando e inspirando grandes movilizaciones, incluso más allá de su existencia física. Ellos aportaron en su momento, ese componente espiritual que acompañó algunas de estas movilizaciones. Aunque el grueso del contingente social internalizó esta inspiración, de donde obtuvo la fuerza y la convicción a toda prueba para hacer triunfar sus demandas e ideales, podemos ver que dichas movilizaciones no estuvieron exentas de dificultades. Gandhi debió unificar la gran diversidad espiritual de la India y Pakistan, arriesgando incluso su vida en ayunos extensísimos, con el fin de lograr la unidad necesaria para enfrentar el poderío inglés, encontrando finalmente la muerte a manos de un esbirro de una de tantas sectas religiosas. Luther King, un pastor protestante asesinado por el establishment norteamericano, no solo se enfrentó a un estado segregacionista, sino a la iglesia católica y al aparato institucional, con un mensaje social y religioso que resonó en el corazón del hombre afroamericano. Mientras Silo, un hombre sencillo de un pequeño pueblo al sur de Latinoamérica, debió sortear el acoso de los gobiernos militares de la época para difundir su Mensaje, logrando impresionar los corazones de gente de distintas latitudes con conceptos simples llenos de amor y esperanza, enseñando que para terminar con la violencia en el mundo había que renunciar a nuestra propia violencia interna, aquella que anida en nuestro propio corazón. De un modo simple pero cargado de profunda espiritualidad, logró que miles de jóvenes de distintos países y de distintas culturas y religiones, se unieran tras la construcción de la mayor utopía jamás pensada, la construcción de una nación humana universal.

En la historia también han existido otro tipo de movilizaciones, con mayor o menor éxito. Algunas lograron avanzar en conquistas de derechos fundamentales, grandes revoluciones culturales y sociales que han empujaron a la humanidad en la dirección del progreso y la evolución humana. Muchos otros casos, utilizando la metodología de la revolución armada, tuvieron ciertos logros importantes, sin embargo quedaron atrapados en la defensa de modelos conquistados violentamente, y que posteriormente debieron ser defendidos por la fuerza. Estos movimientos libertarios, extraían su fuerza de una mística social fraguada también, en lo más interno de la conciencia de conjuntos subyugados, aunque en muchos casos negaran el espíritu e inspiración que les movilizaba.

De modo que sea de un modo u otro, tras toda gran movilización social pareciera que existe un componente moral o espiritual que emerge de lo profundo de los conjuntos que estalla como una energía transformadora, y los resultados serán proporcionales a la fuerza interna que se acumule dentro de esos grandes conjuntos humanos, que resonarán al unísono tras ideales y demandas que si bien terminan en el mundo, nacen de lo profundo de la conciencia social, desde una inspiración conjunta que busca expresarse en el mundo abriendo caminos de desarrollo humano que le lleven a estadios trascendentales de evolución, y en un permanente intento por adaptarse al medio crecientemente. Cuando esto ocurre que tiemblen los todopoderosos, porque algo esta llegando a su fin y algo nuevo está por nacer.

Pero que ocurre en estos días con la rebeldía expresada por miles de jóvenes en todas las latitudes del mundo, y en particular en nuestro país, donde grandes movilizaciones se manifiestan en demandas de derechos fundamentales como la educación o la defensa del medio ambiente, en demanda de justicia social y de igualdad de oportunidades. Demandas enarboladas también por jóvenes de todo el mundo, que desde distintas realidades y culturas se manifiestan de igual manera en una ola de indignación y de rebeldía. Y lo hacen de manera desordenada, desvinculándose de los canales de expresión política usuales y enfrentándose a la institucionalidad, pero de manera No-violenta y creativa. Muchos ven horrizados la masividad de las movilizaciones y la anarquía reinante. Pero pocos notan que tras esta forma espontánea resurge una moral perdida, y se expresa el desacuerdo con valores antiguos vacíos de contenido deslegitimando autoridades políticas, religiosas y sociales, enrostrándoles la responsabilidad de haber conducido al país en los últimos años, a un sistema que atenta contra la vida y el progreso sin considerar al ser humano como valor central.

Resulta de gran valor la metodología de acción elegida para manifestarse. Si bien, con algunos desmanes, aprovechados por el sistema para restar validez a las expresiones multitudinarias, en general estas movilizaciones han utilizado la metodología de la desobediencia civil, del vacío al poder y a sus instituciones. En esta oportunidad, la conciencia de los conjuntos se expresa de manera No-violenta, reflexiva y creativa, acogiendo las diversidades etáreas, políticas, religiosas, confundiendo a los aparatos represivos, acostumbrados a encontrar resistencia, y a autoridades acostumbradas a encontrarse con negociadores que terminan traicionando al conjunto. Sin la menor duda se trata de la No-Violencia Activa expresándose.

El hecho es que nos encontramos ante un acontecimiento notable, donde el mejor aporte vendrá de aquellos que se hagan parte del proceso en desarrollo desde distintos espacios, logrando la sintonía necesaria con el conjunto, ahondando en las mejores aspiraciones así como elevando las demandas. Pero sin lugar a dudas, los resultados de esta movilización dependerán de la inspiración que la oriente, de la moral que rija sus contenidos. Un sentido integrador que acoja toda diversidad, religiosa, cultural, social, y que tenga en su centro al ser humano como valor central. Una movilización que solo considere un aspecto de los problemas, en primer lugar será fácilmente controlable por el sistema, y si bien será un avance en cierta dirección, nunca tendrá el mismo efecto de una movilización que integre todas las necesidades básicas del ser humano. De modo que el valor moral de la misma y lo extensa de sus demandas, movilizará el máximo de gente tras una causa justa. Cuando hablo del componente espiritual o moral de una movilización no me refiero solamente al que se atribuye a las religiones, como es el caso del medio oriente. Sino también a las infinitas señales que sobrenadan la conciencia social en un determinado momento que se expresan de mil maneras, pero que todas ellas en su conjunto van conformando los códigos morales de cierta época. Nos encontramos en un momento histórico, donde al ser humano le quedó chico el traje de la época. Ya no respira bien y está a punto de romperse la tela. Se debe construir otro.

Pero lo mas importante y destacable de estos eventos es que reúne a seres humanos que normalmente respiran y viven individualmente, para sumarlos a una tarea de conjunto, donde lo que esta en juego ya no es lo mío sino lo de todos, como si allí se conectara con lo mas profundo de uno y todo, donde finalmente se encuentra una dirección y un sentido común para todos. Surgen los dichos y leguajes comunes, y una mirada encontrará su similar, un gesto su correspondiente, y todos los carteles representarán parte de lo que pienso. Que lo que le pasa a otro me afecta, que si no mejora él yo no mejoro, que los derechos del otro son los míos, y comienzo a darme cuenta que al frente no tengo un desconocido sino un hermano, hermano en las dificultades, en las esperanzas y en los sueños de un mundo más humano y más justo.

Es importante encontrar una fórmula que sintetice las aspiraciones de la época y que sea ampliamente reconocida por todos. Una señal de los tiempos. Una traducción del sentir de la mayoría en palabras, imágenes, música y todo medio de expresión, que toque hondo en el corazón de los manifestantes y de la gente que aún no adhiere. A veces una simple imagen o una palabra repetidas mil veces han despertado un gran sentimiento una ligazón con profundas aspiraciones.

Este es un movimiento imparable irreversible, de la misma manera que es imparable la acción de las olas en la playa. A esta generación movilizada seguirá otra cada vez mas esclarecida que debilitará las estructuras pétreas de una cultura en extinción, que pasará por encima de instituciones que no sirven. Vendrán nuevas oleadas, que se quiera o no, construirán un nuevo mundo. El mundo cambió y lo seguirá haciendo, así como las necesidades de la gente. Se trata de una aspiración planetaria que se expresa en la juventud de distintas latitudes, que busca construir su propio destino.

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