Cambia el clima, las montañas suben mientras otras bajan, los litorales se desplazan, los ríos cambian de curso, mientras los glaciales se deshielan. Olas de calor y frío recorren el mar y los continentes haciendo variar los ciclos de la naturaleza y con ello la flora y la fauna del Planeta. El viento se arremolina en las zonas templadas y el fuego devasta grandes extensiones de bosques mientras el agua inunda grandes extensiones de siembra.
Si
consideramos que la Tierra
está incluida dentro de un sistema mayor, también en movimiento y cambiante,
podemos decir sin temor a equivocarnos, que todo el universo se mueve y
modifica según designios inasibles respondiendo a leyes universales. Todo es
Movimiento Forma.
Nuestra
existencia no es ajena a estos designios. Nacimos en este tiempo y en este
espacio finito en el cual transcurrimos en un permanente cambio que va desde la
niñez a la vejez. Pero no solo cambia nuestro cuerpo sino todo nuestro psiquismo,
que irá modificándose con cada aprendizaje.
Sin
embargo, y por alguna extraña razón, en algunos de nosotros comienza a darse un
fenómeno de involución, en contra de la lógica universal de la vida. Puede
ocurrir a una edad temprana, aunque por lo general ocurre en la adultez y luego
que se han obtenido ciertos logros, es que comenzamos a experimentar el deseo
de permanecer, reaccionando contra la dinámica de los procesos y contra todo
cambio. Al parecer, en estos casos se ha configurado una forma mental que
comienza a rigidizar nuestra manera de pensar, de sentir y de hacer en el
mundo, y solo se acepta como válido solo lo que incorpora dicha forma mental. Nuestras creencias comienzan a petrificarse y solemos imponerlas a otros como verdades inmutables. Lo
que sigue entonces, será apagar la creatividad, colocar límites a la
imaginación para llegar finalmente a condenar lo distinto, lo diverso y lo
cambiante. Me he detenido en el camino, sentando sólidos cimientos donde he
construido mi propio mundo, rodeado de mis cosas, de mis seres querido donde
reina mi yo, triunfador y desafiante. Me he separado del conjunto. He sentado
cabeza y el sistema me felicitará por ello, a quien de ahora en adelante
defenderé. Más allá sobreviene la muerte.
Sin
embargo, como en todo proceso natural, más temprano que tarde, ocurrirá que lo
nuevo y pujante saltará por sobre todo impedimento.
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